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miércoles, 25 de septiembre de 2013

La selección de especies. Ejemplo de mala selección en el campus de la UPV.


La selección de especies vegetales en un proyecto de jardinería, paisajismo u obra pública va a dar lugar, una vez se concluya el proyecto, a una serie de consecuencias positivas o negativas, según esta selección haya sido acertada o no. Consecuencias que al final se van a traducir en el exito del proyecto, con la consecuente ganancia de prestigio o, por el contrario, sobrecostes y pérdida de futuros clientes potenciales.

Los criterios a la hora de llevar a cabo la selección de especies se pueden englobar en biológicos, ecológicos, estéticos y económicos. Se han de considerar en su conjunto, teniendo en cuenta que las especies elegidas han de adaptarse a las diferentes condiciones que se darán en el lugar donde van a implantarse.
En una entrada anterior se exponen las razones por las que emplear planta autóctona, sin embargo, ceñirse única y exclusivamente a este criterio no nos asegura el exito, ni mucho menos. Este es el caso que se da en el campus de la Universidad Politécnica de Valencia, donde se ha sido reincidente en el error.

Concretamente en la zona ajardinada de la entrada M del campus, en la parte central, se plantaron ejemplares de Celtis australis a inicios del verano de 2011. A los pocos meses algunos ejemplares ya comenzaron a mostrar mal aspecto, a comienzos del verano de 2012 ya había algunos árboles secos y en junio de 2013 se repusieron varios de ellos. En septiembre de 2013 varios de estos nuevos ejemplares comienzan a mostrar los mismos síntomas que sus predecesores.

No se sabe qué criterios siguió el técnico responsable para elegir esta especie en lugar de otra, ni porque viendo el alto número de marras se decide seguir empleando la misma especie para las reposiciones, más que "por ser la misma que estaba antes".

Existen varios motivos que hacen desaconsejable el empleo de Celtis australis en la zona en cuestión y en la forma en que se ha hecho:
  1.  No es su piso bioclimático óptimo. (Pisos bioclimáticos de España S. Rivas-Martínez, 1983. Notas sobre la autoecología de Celtis australis L. en España).
  2. Es una especie con un sistema radical profundo y la próximidad al mar (1600 metros) puede perjudicarle en caso de salinización de la capa freática (es posible que la proximidad al mar también perjudique a esta especie por el efecto de la sal sobre las hojas). 
  3. Por el diámetro que alcanza su copa, un marco de plantación de 9x6, provocaría que las copas se obstruyesen unas a otras.
  4. Las plantaciones de árboles se han de llevar a cabo preferentemente durante el periodo de parada vegetativa, y sobre todo evitar las épocas de condiciones climatológicas extremas.
En el caso que nos aborda, lo más grave ha sido reincidir en llevar a cabo la plantación a principios del verano, exponiendo a los árboles a las altas temperaturas que se dan en Valencia durante julio y agosto, sin que hayan tenido tiempo de establecerse adecuadamente.

Las consecuencias de malas actuaciones como esta terminan por recaer sobre el bolsillo del contribuyente, para más inri en plena época de crisis y en una actuación llevada a cabo en un campus universitario.

Las siguientes fotos fueron tomadas el 20 de septiembre de este año.

Ejemplar que lleva 2 años plantado.

Detalle de las hojas de uno de los ejemplares.

Ejemplar plantado este verano.

Se pueden apreciar ejemplares que sobrevivieron a la plantación de 2011 y otros plantados este año.

Ejemplar plantado hace dos años que se encuentra seco.
 
Ejemplar seco.


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viernes, 20 de septiembre de 2013

¿Valencia es la tierra de las flores?

Así, pero en afirmativo, comienza el pasodoble compuesto por José Padilla en 1924. No parece que el autor fuese mal encaminado al incluir estas palabras en su obra. Y es que por aquel entonces Valencia no alacanzaba los 300.000 habitantes y ya disponía de espacios como el Jardín de Viveros, el Jardín de Monforte, el Parterre o la Alameda, entre otros.


Sin embargo, en la actualidad llama la atención pasear por algunos barrios de la ciudad sin que apenas topemos con alguna zona ajardinada; es el caso de los barrios de Russafa, Malilla o Torrefiel. Buscando datos, éstos no hacen más que confirmar esta impresión. Las comparaciones resultan sonrojantes. Según una encuesta llevada a cabo entre diversos Ayuntamientos de ciudades de España, y cuyos resultados aparecen en el libro La Empresa de Jardinería y Paisajismo (Serafín Ros Orta, 2006), el ratio de espacios verdes por habitante de la ciudad de Valencia es un tercio respecto a la media española (15,38 m2/hab). Además, Valencia tiene el dudoso honor de ser, junto a Málaga, Palma de Mallorca y Córdoba, una las ciudades con más de 300.000 habitantes que no alcanza los 5 m2/hab., muy lejos del mínimo de 10 que recomienda la OMS.



Por otro lado, según aparece en la Guía de Parques Históricos y Jardines Urbanos de la Ciudad de Valencia, en 2009 este ratio era de 5,2 sólo contando los grandes parques (ver prólogos), aunque, según la misma fuente, y en principio, siguiendo un criterio de clasificación similar al de la encuesta de 2006 (ver tabla), este valor alcanzaría los 19 m2/hab en cuanto se aprobase el nuevo PGOU. Claramente, algo no encaja.